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LOMBOK, INDONESIA

lunes, 15 de diciembre de 2014

ORIGEN

El proyecto Serikat Mimpi inicia su actividad en el año 2013, de forma independiente, con un grupo de profesionales que decide cooperar con otros proyectos de ayuda humanitaria, en Indonesia.

Solidariamente, cada uno de los miembros del equipo, decide desplazarse a este país y, con programas de desarrollo previamente planificados, implementarlos en los diferentes territorios indonesios, en colaboración con las diferentes ONGs locales y extranjeras a las que visitaron. La cooperación con dichas ONGs fue en un principio el objetivo fundamental de cada uno de los profesionales, aportando sus conocimientos y experiencias profesionales, para ayudar al cumplimiento de los objetivos de las mismas, de forma solidaria, voluntaria y completamente desinteresada.

Acudieron a Indonesia, cargados con materiales y ayuda económica que les habían proporcionado en sus entornos más cercanos. Todo el material fue repartido entre todas las ONGs con las que colaboraron, a quienes también dieron todos los fondos económicos que pudieron recaudar previamente.

Ayudaron en la planificación de actividades, en la organización y en la implementación de talleres de actuación. Del mismo modo, durante el año 2014, apoyaron a diferentes organizaciones, en la realización de misiones de ayuda humanitaria, tanto a nivel de educación, como sanitaria y de atención a necesidades básicas de la población local. Acompañaron personal y profesionalmente, para la resolución de los casos que fueron surgiendo en su presencia y ayudaron en la búsqueda de soluciones, tanto con el desarrollo de actividades directas como con el movimiento de redes sociales para conseguir ayuda externa.

Los profesionales del equipo de Serikat Mimpi Project se implicaron e involucraron al máximo en la ayuda de todas las ONGs con las que colaboraron, dejando su alma en cada una de las personas que ayudaron.

Al regresar a España, lo hicieron con una idea clara: volver. Y así lo hicieron, trabajando durante meses en la creación de su propia ONG, Balanced World, que significa Mundo en Equilibrio, para optimizar todos los esfuerzos y poder colaborar directamente con la población local. Su único objetivo es ayudar al desarrollo de la infancia de comunidades empobrecidas de Indonesia, atendiendo de igual forma a sus familias y al medio que les rodea, mediante programas de actuación multifactoriales y globales de actuación.

serikatmimpiproject@gmail.com
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lunes, 17 de marzo de 2014

RECOLECCIÓN DE ALGAS EN INDONESIA

En casi todas las islas de Indonesia, donde se desarrolla el Proyecto Serikat Mimpi, una gran parte de la población se dedica a la recogida de algas. Cada día, desde antes del amanecer, numerosos locales aprovechan la bajada de la marea para recoger todas las algas que el mar arrastra diariamente hasta su orilla. Hombres y mujeres de todas las edades, incluidos abuelos y niños, se reúnen cada día para, con la sola ayuda de sus manos, arrancar las algas que quedan, en la retirada del océano, agarradas al suelo. A veces, utilizan una herramienta afilada para cogerlas con más facilidad, una especie de cuchillo curvado, que les ayuda a cortarlas. Los hombres acuden vestidos, con bermudas y camisetas, mientras que las mujeres lo hacen con sus largos vestidos, y con pañuelos que le cubren la cabeza, esto hace que siempre acaben con la ropa mojada. Aprovechan las bajadas de las mareas, por lo que aguardan pacientemente a que el mar se vuelva a retirar, para continuar la labor, sea la hora que sea.

Es un trabajo muy duro, cuyo proceso dura las 24 horas del día.






Van amontonando las algas en pequeñas montañas separadas a lo largo de la orilla, que posteriormente trasladan hasta una parte de la playa, alejado de la costa.

Las introducen en grandes sacos blancos que llevan a hombros hasta la carretera, allí los vacían, extendiéndolas en el asfalto caliente, bajo el fuerte sol que azota durante todo el día, la isla, para conseguir que se sequen por completo. Después de horas y horas de secado, vuelven a introducirlas en sacos, siendo prensados en muchas ocasiones con el peso de una persona (normalmente, un niño) que se mete en el saco y aplasta las algas secas bajo sus pisadas. Los locales los cargan, nuevamente a hombros o hasta sus casas, o hasta un lugar habilitado en su poblado, donde los van almacenando todos.

Posteriormente, un camión recoge todos los sacos y los lleva a un nuevo almacén mucho mayor, donde se acumulan todos los sacos de la comunidad, aguardando hasta ser trasladados en camionetas, y llegando tiempo después a otros países, done utilizan las algas para la elaboración de productos cosméticos.

Un kilo de algas es vendido a las empresas extranjeras por 1000 rupias, es decir, a 0,0625 euros, mientras que los productos cosméticos que se elaboran con ellas, cuestan al público más de 60€, el frasco de 100 ml. Es por tanto un precio irrisorio de la materia prima, que da lugar a un mercado completamente injusto en el que la mano de obra y el duro trabajo que realizan, se está menospreciando, mientras otros se enriquecen con el producto final que se obtiene.

 

Muchos de los niños beneficiarios del Proyecto Serikat Mimpi, trabajan a diario con sus familias en la recogida de algas, motivo por el cual, en muchos casos, dejan de asistir a la escuela a veces ocasionalmente o de forma permanente.

Uno de los objetivos del Proyecto Serikat Mimpi, es la creación de una cooperativa entre los productores, para que puedan negociar con las empresas consumidoras un precio más justo de las algas y orientarles sobre la creación de productos propios. De esta forma, no solo se valorará más el trabajo de los locales, sino que se podría conseguir que muchas familias superaran su precariedad económica y tuvieran alcance a una mejora de sus condiciones de vida.



Por otro lado, se trabaja a diario con las familias, para tratar de conciliar la vida laboral y escolar de los niños, fomentando su asistencia a la escuela indonesia y realizando las clases del proyecto en un horario que les permita cumplir con sus obligaciones familiares y laborales.

El Proyecto Serikat Mimpi, trabaja día a día para fomentar unos principios de justicia e igualdad que lleven a la población local a una mejora de su situación, interviniendo, desde todas las áreas, para procurarles un futuro mejor. El camino sigue siendo difícil y lleno de obstáculos, pero cada día damos un paso más hacia delante y confiamos en que pronto esta población, con la ayuda de todos, comenzará a ver realmente la luz.











  
 ANP

miércoles, 12 de febrero de 2014

EL ÁRBOL GRANDE

El árbol grande es un emblema de un poblado de Indonesia, que ha permanecido generación tras generación en la orilla de la playa, desde que los locales tienen memoria. Es un árbol enorme, al que todo el mundo llama “The big tree”, el gran árbol. Tiene un tronco grueso, sujetado por raíces grandes y fuertes que lo mantienen vigorosamente unido al suelo.  En su copa, se observa una frondosa vegetación, constituida por pequeñas hojas de diferentes tonalidades de verdes, que adornan sus ramas todos los meses del año.





Desde no se sabe cuánto tiempo atrás, allí, junto a la orilla del mar, decora el paisaje, dividiendo a la playa en dos mitades. Se encuentra justo delante de un terreno que separa dos pequeños poblados. En medio, se observa una casa de madera grande, y otra pequeña mucho menos estable, construida en lo alto y sujetada por finas vigas de madera. El árbol grande, da sombra con su frondosa copa de ramas y hojas a una pequeña casita, elevada sobre unos pequeños bloques de madera, cubierta por telas plásticas y aluminio. En ella vive una anciana local.  Es a la vez su vivienda y su pequeño negocio de venta de todo un poco (galletas, tabaco, pelotas, jabones, refrescos). La señora lleva muchos años viviendo en esa zona privilegiada. Según cuentan los locales, se encuentra allí, esperando a un amor australiano que le prometió que volvería y nunca lo hizo. Ella enloqueció de amor y aún hoy, alberga dentro de sí, una pequeña esperanza de que algún día el acuda a encontrarse con ella y lo espera justo en la orilla de la playa, con la única compañía del gran árbol, siempre vigilante ante su casa.

Sus enormes raíces han proporcionado descanso a infinidad de viandantes que se sientan en ellas a contemplar el vaivén de las olas en la orilla, siendo, a su vez, testigo mudo de numerosas confesiones y secretos, que se pierden escondidos entre sus ramas.

El día de la gran tormenta, el agua corría colinas abajo perdiéndose en su encuentro directo con el océano. A su paso, inundó todos los parajes de tierra, deshaciendo lo que poco a poco pasó a ser barro y poco después, sólo un líquido espeso color marrón. Tras varios días empapados por el agua, que no cesaba en su paso hacia la orilla, sus raíces comenzaron a sobresalir entrelazadas, entre los enormes huecos que se iban formando en el suelo por la falta de tierra. El árbol grande se sujetaba por ellas, que formaban una red a sus pies, mientras éstas tenían cada vez menos tierra a la que agarrarse.

Poco más de un mes después de la gran tormenta, este árbol, emblema para todos, se ha caído, por el fuerte viento que azotó la zona, durante apenas 30 minutos. Este tiempo fue suficiente para que sus ramas se desvanecieran tras la caída del grueso tronco que se arrancó literalmente de la tierra. Debajo, escondida tras las ramas esparcidas ahora por el suelo, quedó sumergida la casa de aquella anciana, que se desmoronó bajo el tumulto de vegetación que le cayó encima, con ella dentro. La anciana, en un alarde de valentía y lucha por la supervivencia salió sana y salva bajo los escombros de su casa, colándose entre las ramas que la cubrían. Lo ha perdido todo, su casa, su negocio, las pocas cosas personales que tenía. Lo único que no ha perdido en ningún momento, es la sonrisa que ilumina permanentemente su cara, incluso en la adversidad de estos momentos tan duros para ella.

Cuando me enteré fui enseguida a ver lo ocurrido, a comprobar cómo el paisaje de la avenida y de la playa había cambiado con la caída del árbol. Y subida en el tronco del árbol que yacía sobre su casa, encontré a la anciana que me miró sonriendo. Escalé por las ramas del árbol hasta encontrarme con ella, tomé sus manos con las mías, le di un abrazo y le pregunté si estaba bien y ella, sin dejar de sonreír, aunque su expresión parecía aún asustada, me contestó que sí.



Cada día me sorprende más la constante alegría que transmiten las personas locales que conozco. Hasta cuando un niño se hace daño, tras las lágrimas del dolor viene siempre la risa. Los ancianos que han visto el paso del tiempo ante sus ojos siguen teniendo razones para sonreír. Parece que todos disfrutan simplemente del hecho de estar vivos, de una vida tranquila en la que el devenir de cada día es sencillamente previsible e inmutable.



Todo esto me hace recordar las numerosas veces que veo en mi país a las personas sumidas en profundas tristezas. Tristezas por no tener todo lo que quieren, por no ser lo que querían haber sido, embargados por frustraciones que les impiden ser felices. Aún teniéndolo todo, comida, una vivienda digna, calzado, luz eléctrica, agua potable, ropa para vestir, sanidad de primera categoría, higiene…, sufrimos la enfermedad más importante del primer mundo, la imperiosa necesidad de tener más o ser mejor, sin disfrutar realmente de lo que tenemos en cada momento. No nos damos cuenta que no se necesita mucho para ser realmente feliz y que la felicidad no la encontramos al final de ningún camino, sino que la felicidad es el único camino que debemos tomar, vayamos a donde vayamos.   


Actualmente, este es el estado en el que ha quedado el árbol grande. Su grandiosidad ha quedado reducida a la majestuosidad que sigue presentando su tronco, ahora cortado, y a sus raíces, ya sin vida que cuelgan en el vacío, sin tierra a la que agarrarse. Da pena contemplar la imagen desde la orilla, ha dejado un vacío del que solo nos queda esta pequeña huella de lo que una vez fue: y de lo que siempre significará para los locales, the big tree¡¡¡¡¡

serikatmimpiproject@gmail.com
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miércoles, 15 de enero de 2014

¿POR QUÉ ACTUAMOS EN LOMBOK, INDONESIA?


El Proyecto Serikat Mimpi, actúa en Lombok, una de las 17.508 islas que componen la República de Indonesia, que se encuentra entre el Sureste Asiático y Oceanía. Con una población de 237 millones de personas, es el cuarto país más poblado del mundo.

Indonesia es un país con gran cantidad de recursos naturales, sin embargo, se encuentra en vías de desarrollo y gran parte de su población vive bajo el umbral de la pobreza.


El hecho de que Indonesia se encuentre situada en medio del conocido como Anillo de Fuego del Pacífico, hace que el riesgo de catástrofes naturales sea elevado. Ha sufrido a lo largo de su historia devastadoras catástrofes por lo que el país siempre se encuentra en permanente estado de reconstrucción sin que haya forma de evitar que siga ocurriendo y que continúe afectando a su población a lo largo del tiempo. A esto se suma, la falta de infraestructuras estables y preparadas para este tipo de situaciones.


Lejos de la ciudad de Mataram, la capital de la isla, se asientan los pequeños poblados característicos de las zonas más pobres de la isla de Lombok. Se trata de poblados, que agrupan entre 30 y 200 familias, que viven en cabañas de maderas o mimbre, algunas levantadas del suelo por vigas de madera que las aislan del suelo, protegiéndolas de las numerosas inundaciones que se producen por las frecuentes lluvias. Los poblados suelen poseer una mezquita, un grifo comunitario, una escuela local, una ventita de varios (Productos de higiene, gasolina, tabaco, refrescos, algunos enlatados...) y, cuando el poblado supera las 200 familias, suele tener una habitación habilitada como centro de salud Cuanto más alejado esté el poblado al núcleo poblacional mayor, menos infraestructura tendrá y sus habitantes tendrá menos acceso a los servicios básicos.


A pesar de que la sanidad en Indonesia es pública, sólo se tiene acceso a ella, cuando la persona ha tramitado su Kitas (como el DNI español), sin embargo tramitarlo cuesta unas 300.000 rupias, casi 20 €, por lo que para una familia que solo posee ingresos mensuales de unos 60€ es inviable que puedan hacer frente a ese costo. Esta situación, hace que la población local se encuentre condenada a no contar con un sistema sanitario al que puedan acceder con facilidad. Por el contrario, no acuden a los centros sanitarios hasta que el dolor es inaguantable y no tienen más remedio que acudir. En ese momento suele ser tarde, y finalmente acaban falleciendo o perdiendo aquel órgano o miembro que tengan afectado. Las condiciones higiénico saludables en las que vive la población contribuye a la proliferación de enfermedades y a la complicaciones de procesos sencillos. Asimismo, la población local carece de educación sobre hábitos de vida higiénico-saludables, ni sobre prevención.

Por otro lado, la población se enfrenta al fracaso generalizado del sistema educativo. Gran parte de la población infantil no acude a la escuela dado que la más cercana puede estar a varias horas caminando desde sus cabañas. Muchas veces los peligrosos caminos hacia la escuela constituyen serios riesgos para sus vidas y otras veces, sencillamente no acuden porque se encuentran inmersos desde muy pequeños en el mundo laboral. Desde edades tempranas, los niños y niñas indonesias sirven con mano de obra gratuita dentro de sus propias familias, ayudando a sus padres tanto en la recolecta de algas, como en labores de construcción o de cuidado de hermanos más pequeños. Del mismo modo, en Lombok, la mendicidad y el trabajo infantil es incalculable.


Además, Indonesia es el país con mayor número de musulmanes del mundo, por lo que la cultura musulmana impregna la mentalidad de la población con roles de género muy marcados, llevando a la mujer a una situación de inferioridad con respecto a los hombres. Esto hace que hayan unos índices elevados de violencia de género y que sea un país eminentemente machista, donde los derechos de las mujer se encuentran supeditados a los deseos de los cabezas de familia, sus padres o sus maridos. Así no es raro encontrar lugares donde continúan castigando la infidelidad femenina o la homosexualidad con latigazos públicos.


Sin embargo, la población de Indonesia se caracteriza por su amabilidad y su hospitalidad. Se trata de un país informalmente colonizado por gran cantidad de población extranjera que se encuentra disfrutando del entorno excepcional que configura el país y constituyendo enormes colonias que poco a poco están occidentalizando la cultura indonesia. En Indonesia conviven dos realidades paralelas, la absoluta pobreza y la opulencia de los extranjeros que se han asentado allí. Estas dos realidades conviven pacíficamente, sin encontrar oposición por parte de la población local, quien asume sin contrariedad, servir a los que vienen de fuera.


serikatmimpiproject@gmail.com
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martes, 14 de enero de 2014

NIÑOS Y NIÑAS TRAS EL TSUNAMI DE INDONESIA

EL TRAUMA DE MEDIO MILLÓN DE NIÑOS Y NIÑAS EN SUMATRA, DESPUÉS DE UN TSUNAMI

Sin hogar ni escuela, con falta de comida y el trauma de haber perdido a algún familiar, unos 500.000 niños afectados por el seísmo de la semana pasada en la isla indonesia de Sumatra son ahora una prioridad de la ayuda humanitaria. Problemas de logística dificultan además la llegada de los recursos.

Desde el fuerte terremoto, que mató a más de 3.000 personas y dejó sin casa a unas 450.000 personas, las precarias carreteras de montaña de la región de Pariaman, en la provincia de Sumatra Occidental, la zona más afectada, se han convertido en un imán para los chavales.
Los menores, con cajas de cartón y botes de aluminio, mendigan durante todo el día junto a las calzadas esperando una limosna de las decenas de vehículos de los cooperantes que trabajan a marchas forzadas en la región.





"El problema de los niños que mendigan desde el terremoto es muy preocupante", asegura Amson Simbolon, responsable de educación del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en Indonesia y coordinador de las organizaciones no gubernamentales (ONG) educativas y de la infancia que trabajan en la zona devastada por el seísmo.

La mayoría de los chicos ha sido empujada de golpe a la mendicidad por la muerte de sus padres, la destrucción de sus viviendas o la desaparición del modo de vida de su familia.

UNICEF calcula en un informe de evaluación que aparecerá en los próximos días que unos 500.000 menores han sido afectados, en mayor o menor medida, por el terremoto y que cerca de 2.000 colegios han resultado dañados, de los que casi 900 han quedado completamente inutilizables.
"La limosna no es la solución a sus problemas, hay que mantenerlos fuera de las carreteras", añadió Amson Simbolon, lo que para él implica un planteamiento integral que tenga en cuenta los factores económico, social y psicológico.

El presidente de Indonesia, Susilo Bambang Yudhoyono, aseguró que la recuperación de la zona afectada por el seísmo de 7,6 grados de magnitud implicaría la creación de una agencia nacional similar a la que afrontó la reconstrucción tras el tsunami de 2004.

Los primeros centros escolares empezaron a abrir sus puertas esta semana a pesar de que se ha tenido que dividir a los alumnos en dos turnos, reducir el horario lectivo o fundir clases a causa de los desperfectos.

"Vamos a colaborar con expertos para construir escuelas resistentes a terremotos", aseguró el ministro indonesio de Educación, Bambang Sudibyo.
Mientras se llevan a cabo la reconstrucción y rehabilitación de los colegios, proyecto el que el Ministerio de Educación dedicará 280.000 millones de rupias (29,9 millones de dólares o 20,2 millones de euros),algunas escuelas han reiniciado sus clases en tiendas de campañaprovistas por el Gobierno.

Por su parte, Unicef culminará mañana la instalación de 60 escuelas móviles con capacidad para unos 80 estudiantes cada una, y el mismo número de "puntos recreacionales", además de los 15 barracones-escuela que instalaron hace una semana.

Escuela para olvidar el trauma

Estos pequeños centros de recreo ambulantes, con libros y juegos, tienen como función hacer a los niños olvidar el trauma causado por la catástrofe y favorecer la socialización.

Asimismo, algunas ONG ha levantado varios de estos centros recreacionales con capacidad para unos 300 niños cada uno, centrados en la recuperación psicológica de los menores.

Los expertos apuntan que los niños son los más sensibles ante este tipo de calamidades y que pueden padecer insomnio, pesadillas, claustrofobia o trastornos de carácter.



Angga, de siete años, ante las ruinas de su casa familiar en Kampong Laweh, al noreste de Padang. | Ap


                     JUAN PALOP - PARIANAM INDONESIA